Los pequeños detalles de un buen comunicador

La invitación era a las 7 de la noche en el hotel Princess -ahora Barceló-. Relanzaríamos un programa de opinión matutino y se había invitado a la la crème de la crème del mundillo publicitario y político del país. Llegué a las siete menos diez y solo había una persona en el salón: el presidente de la empresa televisiva. Al verle, y sorprendido por su puntualidad, le comenté que él era el primero. El pope televisivo –“Zar” le llaman algunos- sin inmutarse, me contestó: “La gente importante llega diez minutos antes, la gente que se cree importante llega diez minutos después”. Toma.

La anécdota viene a cuento a raíz de preguntas que de repente te hace alguien sobre cómo mejorar su forma de comunicar y conectar mejor con los demás. Técnicas hay muchas, pienso, pero todas descansan sobre una base de aspectos comunes que dan brillo, textura, atractivo y confianza a la comunicación. Son sencillas y están al alcance de todos: saludar por el nombre de tu interlocutor, saber dar la mano mirando a los ojos, sonreír, saber escuchar y callar, y claro, ser puntual, son detalles que elevan la capacidad de conectar con las personas.

Por ejemplo, y para seguir con la historia del principio, cuando una persona llega tarde a una cita, a una teleconferencia o a un evento pretendiendo con ello agregar un par de miligramos de importancia a su persona, en realidad genera el efecto contrario. Funciona parecido con el que interrumpe al que está hablando, o quien eleva la voz sin necesidad, o se comporta irónico y sarcástico con los demás. Además de reflejar su falta de educación, rompe la comunicación y no hay técnica en este mundo – y supongo que tampoco en el otro- que solvente esa falencia.

Uno de estos días me recordé de un TED Talk que está en You Tube y que suelo utilizar en algunas sesiones de formación de Media Coachers. Es de Javier Cebreiros, un joven español, simpático y docto en los quehaceres de la comunicación. Explica muy bien estos asuntos cuando dice que entre mejor persona te conviertas, mejor comunicarás. La cortesía, los buenos modales y el respeto son grandes herramientas de comunicación interpersonal.

Algo de eso ocurre con la inteligencia emocional, o más bien con la falta de ella. Sucedió hace un par de años en una sesión de trabajo. En un momento dado, alguien contradijo al jefe en algo que proponía, a lo que el boss respondió estrellando el celular contra la mesa y pegando un par de gritos que nos dejaron a todos tan o más tiesos que la momia de Tutankamon -que ya está bastante tiesa desde hace siglos-. Inmediatamente pensé ¿con qué técnica de comunicación se arregla semejante disparón de switch?

Aterricemos. La amabilidad con los demás es condición esencial para comunicar bien. Lawrence Lovasik se extiende en un libro completo explicando el gran poder oculto que tiene la amabilidad, no solo para comunicarnos mejor sino para cultivar mejor nuestras relaciones interpersonales y con uno mismo. Las cosas grandes e importantes suelen estar en los detalles. De eso me acuerdo cada vez que alguien llega tarde a una reunión.

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