El triunfo de un relato

2011. En la redacción todo era felicidad. Un país entero esperaba con alegría a un grupo de jugadores que, por unos días, nos habían hecho olvidar la violencia y la situación permanente de conflicto político que este pequeño polvorín centroamericano se empecina en nombrar deporte nacional. Todos pegados a la televisión esperando el avión que traería a nuestros héroes. Yo, disparando tuits junto a los colegas de EDH Deportes.

“¿Qué quisieras que te traiga papá de Rávena (Italia)?”, preguntó un periodista a uno de los niños que acompañaba a mamá horas antes de la llegada de su padre a El Salvador, luego de conseguir el cuarto lugar en el Mundial de Fútbol Playa en 2011. El pequeño, que no pasaba de los 7 años, respondió: “Un juguito”.

Recordando ese momento que me conmovió hasta el alma, -ese “juguito”-, tal vez resume de la manera más fidedigna el relato construido y bien vivido de un grupo que tenía (y sigue teniendo) sus orígenes en las comunidades costeras en situación de vulnerabilidad extrema en El Salvador.

El 23 de mayo de 2021, la selección se proclamó campeona del premundial de la CONCACAF y confirmó su condición de potencia regional de cara al próximo mundial de Rusia. Su historia

La sencillez y naturalidad de aquel niño refuerza la hazaña de un grupo de futbolistas blindados por un técnico que supo inculcarles valores alrededor del deporte: esfuerzo, pasión por el trabajo bien hecho y humildad, -mucha humildad-, porque se viene de la nada y lo bueno cuesta, pero llega más temprano que tarde con compromiso y responsabilidad.

El relato de la selección de fútbol playa de El Salvador sigue teniendo profundos cimientos en la identidad del grupo: personas con pocos recursos; muchos de ellos pescadores hechos de esfuerzo. Digno del guion de una gran historia. Sin aditivos, maquillaje o cualquier exceso. Cuando los hechos hablan y el contenido emociona, la pauta y los algoritmos son lo que siempre deben ser: herramientas y no el fin por sí solo.

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Esta y muchas historias del deporte (podemos hablar del Atlético de Madrid y la narrativa exitosa del “Cholismo” en otro artículo, por ejemplo) pueden hacernos pensar en la comunicación de nuestras empresas. ¿Cómo estás comunicando? Te dejo el balón rebotando…

Aprendamos de las buenas historias, hagamos negocios basados en la confianza y promovamos lo bueno de nuestro “metro cuadrado”. De eso se trata la buena comunicación.

 

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